Año tras año, no apreciamos cambios en la Luna. Cráteres y otras formaciones permanecen inalterables, pero la Luna no siempre fue como hoy la podemos ver.
La hipótesis general hoy en día es que el sistema Tierra-Luna se formó como resultado de un gran impacto: un cuerpo celeste del tamaño de Marte colisionó con la joven Tierra, volando material en órbita alrededor de esta, que se fusionó para formar la Luna. Se cree que impactos gigantescos eran comunes en el Sistema Solar primitivo.
La importante cantidad de energía liberada en el gran impacto y la subsecuente fusión del material en la órbita de la Tierra pudo haber derretido la capa superficial de la Tierra, formando un océano de magma. La recién formada Luna pudo también haber tenido su propio océano de magma lunar; las estimaciones de su profundidad varían entre 500 km y el radio entero de la Luna.
Posteriormente, la Luna sufrió el continuo impacto de enormes meteoritos que con el transcurso del tiempo fueron disminuyendo de tamaño, haciendo que la Luna tenga el aspecto actual.
La importante cantidad de energía liberada en el gran impacto y la subsecuente fusión del material en la órbita de la Tierra pudo haber derretido la capa superficial de la Tierra, formando un océano de magma. La recién formada Luna pudo también haber tenido su propio océano de magma lunar; las estimaciones de su profundidad varían entre 500 km y el radio entero de la Luna.
Posteriormente, la Luna sufrió el continuo impacto de enormes meteoritos que con el transcurso del tiempo fueron disminuyendo de tamaño, haciendo que la Luna tenga el aspecto actual.
Fuente: NASA, http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_del_gran_impacto
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